POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Trump contra el TLCAN
Donald
Trump, cuya afición en el poder consiste en dinamitarlo todo, convertido en ese
artificiero perverso, quiere cargarse la ardua renegociación del NAFTA-TLCAN.
El
equipo del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo junto con el
subsecretario Juan Carlos Baker, han instalado prácticamente una casa
permanente de campaña en Washington buscando con sus contrapartes canadienses y
sobre todo estadounidenses, lograr los máximos puntos de acuerdo a fin de sacar
avante el nuevo texto.
Por lo
menos dejarlo apalabrado, por lo menos dejarlo listo de forma tripartita antes
de las elecciones presidenciales en México, del próximo 2 de julio; no obstante, a pesar de que éste sea signado
por los respectivos mandatarios de los tres países, deberá pasar por el cedazo
del Congreso tanto en Estados Unidos como en Canadá y obviamente en el país
azteca.
¿Es
salvable todavía a 48 días de las elecciones? Yo escribí hace unos días de un
TLCAN in extremis y aún lo sigo creyendo sobre todo porque el presidente
Enrique Peña Nieto quiere –o al menos-
pretende dejarlo blindado de un posible triunfo (bastante probable) de
Andrés Manuel López Obrador; y también por una especie de orgullo personal, por
lo menos, Peña Nieto quiere poner el broche, el cierre, de su sexenio
anotándose este tanto a su favor.
Me
preguntan qué está deteniendo, al
NAFTA-TLCAN. La respuesta de muy buena fuente es la siguiente: lo está
paralizando una cuestión meramente técnica y otra meramente política.
La
primera tiene que ver con el sector automotriz y es que la Unión Americana bajo
la égida del presidente Trump (muy posiblemente por compromisos electorales
asumidos y también de cara al futuro) pretende salir lo más favorecido posible
en el nuevo Tratado.
La
segunda es meramente política y descansa
en la terquedad del magnate inmobiliario obcecado en atar el NAFTA-TLCAN a una
revisión quinquenal para tener, no a Canadá sino a México, que sigue siendo el
eslabón más débil de esta cadena atado a sus intereses supremacistas y supeditado
a su nueva estrategia de (anti) política internacional.
Es
decir, una forma directa para exigir el alineamiento completo y absoluto por
parte de México al Consenso de Washington y sobre todo a las órdenes de Trump
que además sí quiere la reelección.
Miente
aquél que diga que Trump es un niño temeroso con un juguete nuevo que no sabe
cómo usarlo, el niño que intenta subirse por vez primera a una bicicleta y ya
de entrada ni lo intenta por el simple temor, asustadizo, de la inminente
caída.
Trump
quiere el poder por ocho años y si no empezamos a rascar como periodistas,
analistas y asesores qué hay más allá del poder inmediato y visible, qué
fuerzas lubrican los verdaderos cambios y transformaciones de nuestros tiempos
cometeremos el grave error de creer que Trump, el Brexit y la ultraderecha
sionista en Israel son meros resultados de una generación espontánea propia del
investigador que deja al arbitrio de las circunstancias su experimento en una
placa de Petri… y a ver qué sale.
Esto no
es un experimento geopolítico. Nos equivocaremos históricamente si como
analistas así lo damos por hecho, hay profundos, soterrados intereses que
lubrican estas transformaciones en el mapa geopolítico.
Unos que
siempre han sido dinámicos en la historia de la Humanidad y también de nuestros
tiempos; de lo que estamos hablando es de preservar la hegemonía de cara a un
difícil e incierto futuro.
A COLACIÓN
Evolutivamente
estamos dando un paso gigante hacia otro nivel, vamos de cara a la convivencia
con la inteligencia artificial, los cambios serán evidentes, inminentes y de
impacto vital.
Dicha
transformación traspasará todas nuestras esferas y de forma paralela corre al
mismo tiempo la lucha por los recursos naturales y energéticos la disputa por
ambos ha sido mucho más evidente a raíz de los atentados del 11 de septiembre
de 2001.
La
geopolítica desde entonces es dinamita pura, si es que alguna vez distendió un
poco quizá efímeramente después del final de la Guerra Fría, pero hoy por hoy
lo que hay son intereses supremacistas un núcleo cerrado con vasos comunicantes
de intereses poderosísimos para conservar la manzana del poder a cualquier
precio: a costa de las tensiones demográficas, de la escasez de recursos, del
negativo impacto del cambio climático, del esperado incremento de la pobreza.
Y Trump
responde a dichos intereses por eso llegó a la Casa Blanca no por generación
espontánea sino porque forma parte de un minoritario y selecto grupo de poderes
económicos dispuestos a perpetuarse por
encima de todas las cosas: por encima de la democracia, de los intereses
públicos, del bienestar común. En obvias circunstancias para que salga el
NAFTA-TLCAN, México deberá ceder muchísimo…
Directora
de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y
escritora de temas internacionales
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