POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Rencor social
Estos días en España, una pareja de políticos de extrema
izquierda, tienen sobre de sus espaldas
todos los reflectores de la prensa debido a su emparejamiento, a que pronto
serán padres de mellizos… pero primordialmente porque ambos han adquirido una
vivienda cercana a Madrid por un valor de 600 mil euros, es decir, al tipo de
cambio euro/peso de ayer estamos hablando de una vivienda de casi 14 millones
de pesos.
Se trata
de Pablo Iglesias, el líder político de Podemos, un partido de reciente
creación en España novísimo y horneado en las aulas de la Universidad
Complutense; nació del sueño de varios profesores bastante politizados
acostumbrados además a los discursos de aula que inflaman los corazones con
palabras bonitas de igualdad y de reparto de la riqueza.
Sus
consignas contra la corrupción rampante en España, el uso ilícito de los
recursos públicos y el enorme lastre social resultado de ocho largos años de
crisis económica en España y la mayor parte de la Unión Europea, encontraron
ese recoveco en el tiempo en el que se alinea la oportunidad y el deseo social
o ciudadano.
Nació
como formación política bajo el nombre de Podemos y dicho sea de paso, le ha
pegado una sacudida preocupante a los dos partidos tradicionales: el Partido
Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE); y de ninguna forma,
Iglesias uno de sus fundadores cum laude y actual dirigente, esconde sus
pretensiones de alcanzar el cielo del poder.
“Podemos
se erigió como partido político el 11 de marzo de 2014, cuatro meses después
participó en las elecciones europeas de dicho año, y logró cinco escaños en el
Europarlamento; en las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015,
Podemos conquistó 69 escaños, el 20.68% de los votos”.
Dicho
sea de paso han sido las grietas en el PP y en el PSOE las que han allanado el
camino para la formación de Iglesias, y si no ha tenido mayor impacto en el
electorado es porque la propia imagen de Iglesias tiene un tufillo que a mí,
como mexicana, me remite al retrato clásico del porro de la UNAM con la coleta,
la barbita de chivo, la mezclilla; el aspecto desaliñado, el discurso trotskista-leninista
flamígero y sacudidor.
A su
imagen tampoco le ayuda cierta retórica que provoca pánico en los capitales,
incertidumbre en los empresarios y desconcierto para el futuro de España en
temas clave como su pertenencia y continuidad en la UE.
Iglesias
pretendió hermanarse solidaria pero también activamente con Syriza el partido
heleno de extrema izquierda que desafió
varias veces a la UE y el club europeo amenazando con no acatar las órdenes del
reajuste presupuestario, de no honrar el pago del calendario de amortizaciones
por el rescate y hasta amenazó con dejar el euro.
Y un
punto también muy relevante que no debe obviarse: en los últimos meses el
votante potencial ha sido testigo de las diversas pugnas intestinas, luchas por
el poder entre los propios fundadores vitalicios de Podemos por colocar a sus
favoritos, fortalecer a su camarilla más próxima y así ganar adeptos para
afianzarse en la cúpula. Iglesias allí ha demostrado que quiere el control
absoluto, lo rige al estilo leninista:
el que se mueve está fuera no le tiembla la mano en las purgas.
A COLACIÓN
Iglesias
que además es legislador en el Congreso de los Diputados se ha emparejado con una de sus compañeras de
facción y de banquillo, la legisladora Irene Montero y en unos meses además
serán padres.
La más
reciente adquisición de su vivienda –la han justificado ambos como una hipoteca
compartida entre los dos- los ha estrellado con muchas de sus declaraciones las
que fustigan la riqueza, condenan el enriquecimiento, critican el lujo de los
otros políticos sobre todo los que vienen de los partidos tradicionales.
En
realidad para mí es un tema muy manoseado y también bastante manipulado y que
me parece muy bien que sea rectificado ese discurso, ese relato por los jóvenes
Millennials que como Pablo e Irene han logrado acceder al poder.
Y ojo,
que yo ni los conozco, ni milito en Podemos ni sirvo a ninguna causa ni soy
comunista ni de extrema izquierda, pero
lo digo muy sinceramente como economista que desea el progreso y el bienestar
para todos de la forma más igualitaria posible: ¿Debe una persona por ser
comunista perpetuarse en la pobreza?, ¿es malo que alguien de la izquierda más
radical anhele tener un coche digamos de alta gama?, ¿es moralmente inaceptable
que un comunista o alguien de izquierdas vista bien, aprecie la moda o huela a Chanel?
Entonces,
un burgués no puede tener ideas comunistas ni simpatizar con la izquierda y hasta militar porque sería considerado…
¿paria o hipócrita? ¿Dejaría de serlo si entonces es un muerto de hambre?
Me parece que se arrastra con el tiempo
una distorsión manida y muy manoseada.
Ni ser
comunista ni de izquierdas debe impedir a la gente acceder al progreso,
competir en la globalización, anhelar, ambicionar o superarse; no es un pecado,
lo malo es la envidia malsana, el
discurso del odio y del rencor social eso es lo inaceptable.
El
expropiarle al rico o el quitarle al que se lo ha trabajado siempre para
dárselo al que se mantiene cruzado de brazos, eso es lo verdaderamente
condenable… no que dos políticos jóvenes de izquierdas quieran vivir bien
porque eso debe ser precisamente el
ideal: acceder a la riqueza, al bienestar
y no extender la ociosidad, matar la competencia y generalizar la
miseria.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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