POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Semana Santa: tiempo de
reflexión
Más que
vacaciones, la Semana Santa es un intervalo de reflexión en el largo trajín de
los días, un breve respiro en el vertiginoso ritmo de la vida actual, tan
desesperada, por pasar de prisa.
Se trata
de una cita con uno mismo, un diálogo interno en soledad, en la retrospectiva
íntima de las emociones que van aflorando de forma natural y espontánea.
Algunas veces es bueno parar, encerrarse en
una burbuja a fin de evaluar en qué punto de nuestra vida nos encontramos, si
se ha tomado el camino correcto o bien es quizá, momento de ruptura y de
reorganización. Tomar las riendas del destino de otra forma.
En
momentos en que el materialismo, la ambición desmedida y la avaricia movilizan el dínamo de la corrupción, y en que
el avance de la tecnología está abriendo nuevos dilemas éticos -como el
inminente desplazamiento del ser humano por la inteligencia artificial- en
fechas tan significativas, la pugna entre el ser y el estar, está más vigente
que nunca.
La lucha
entre el materialismo y el estoicismo,
la guerra entre lo carnal y lo espiritual, la eterna batalla entre el
bien y el mal; entre poseer o no poseer;
las pugnas entre lo políticamente correcto e incorrecto.
Toda
decisión es un resumen de la posición ética-filosófica-moral y espiritual que
nos caracteriza: darse a los demás desinteresadamente, ayudar al prójimo sin
esperar nada a cambio, ¿cuántas veces nos hemos detenido, por ejemplo, en
auxiliar al menesteroso?
No se
trata nada más de regalarle unas monedas o un bocadillo, sino de darle una
oportunidad para reintegrarlo a la
sociedad, muy posiblemente tendrá un talento natural no explotado porque se ha
quedado invisible ante la sociedad, porque no ha podido potenciarlo ante la
falta de estudios y porque, huérfano de amor, la calle se ha convertido en su
único hogar.
El amor
es una llama mágica que hace vibrar, su propia intangibilidad cobra fuerza
cuando somos capaces de transmitirlo, de hacer que pequeños detalles se
conviertan en el fuerte aleteo de una mariposa capaz de transformar… de tocar
el alma del otro o de los otros.
Amigo lector, ¿cuántos seres han tocado su alma?
¿Cuántos le inspiran? Hay quienes sienten una fervorosa admiración y devoción
por Cristo, por sus virtudes y su especial modestia.
Otros
más dirán que quisieran emular a gente como Martin Luther King, Ernesto “el che” Guevara; a Mahatma Gandhi, John
Lennon, Frida Kahlo o bien ser como la
joven Malala brutalmente atacada en Pakistán por un talibán que le disparó en
la cabeza, cuando contaba con 15 años de edad, nada más por querer estudiar e
ir a la escuela.
Estamos hablando de la plenitud del siglo XXI,
la era de la nanotecnología, del chip, del GPS, de las facilidades en las
telecomunicaciones y del parteaguas de la inteligencia artificial; nada que ver
con el Siglo de las Luces, la Ilustración francesa marcó los ideales políticos,
constitucionales y sociales de las futuras generaciones en casi todos los países
del orbe hasta nuestros días.
A COLACIÓN
Semana
Santa, tiempo de reflexión: nos preguntamos qué demonios le pasa al mundo, por
qué hay tanta crispación, odio, violencia, ideas retrógradas como si una nube
gigante cargada de oscurantismo quisiera devorarnos y regresarnos al medioevo;
entonces, deberemos autocuestionarnos cómo está nuestro corazón, cómo están
nuestros sentimientos, cómo está nuestra propia y autónoma salud emocional.
¿Usamos a los demás, les mentimos, los engañamos, los manipulamos a nuestra conveniencia?
La
expresión de la violencia en todas sus formas no es más que la sintomatología
de que es menester recuperar nuestro propio tejido interno, fortalecer esos
vasos comunicantes con nuestro espíritu, nuestras creencias, nuestra fe y nuestra posición metafilosófica
y agnóstica en la era que vivimos.
Hoy hace
falta una gran reconciliación social lo vemos en casi todos los países con
profundos desgastes; hace falta también mucho diálogo, lo vemos igualmente en
muchos países cuyos políticos están negados a hablar con los adversarios para
dirimir los conflictos y entonces la prolongación de los mismos termina pasando
factura social y minando la credibilidad en las instituciones, en los partidos,
en el sistema….
¡Qué
importante es el diálogo! ¡Cuán importante es hablar! La base de la
comunicación parte del entendimiento para lograr acuerdos, uno habla y el otro
escucha, y viceversa; lo vemos con nuestros políticos encerrados en su despacho,
enfermos de soberbia, impedidos para dar el primer paso para hablar. Hagamos
que estos días no pasen en vano…
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en
periodismo económico y escritora de temas internacionales
No hay comentarios:
Publicar un comentario