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miércoles, 15 de agosto de 2018

AMLO QUIERE UN TREN

























Claudia Luna Palencia corresponsal y periodista en #HelsinkiSummit 2018





POR LA ESPIRAL
                             Claudia Luna Palencia
@claudialunapale



-AMLO quiere un tren




            México con sus 31 estados, más la Ciudad de México, como capital tiene un enorme déficit en comunicaciones terrestres que obligan a la gente (que puede pagarlo) a depender de los altos precios nacionales e internacionales de los billetes de avión.

            Cuando Andrés Manuel López Obrador estaba al frente de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal le llovieron críticas por tomar la decisión de construir la importante obra urbana del segundo piso tan necesaria para descongestionar un poco la gran metrópoli que ya a principios de 2000 era asfixiante.

            Se imaginan casi veinte años después, ¿cómo estaría la Ciudad de México sin ése segundo nivel? Yo quiero aclarar que, esta columna, no la estoy escribiendo porque estoy a favor de López Obrador o pretenda quedar bien con él… yo estoy a favor de la obra pública, de la infraestructura, de los grandes proyectos de ingeniería que nos permitan mejorar nuestra calidad de vida.

            Yo recuerdo que en aquellos años se fustigó que en el primer terremoto se caería encima y sería una tragedia, hubo toda una jauría de la oposición enconada porque por fin alguien daría la orden de ejecutar un proyecto relevante.

            Como sabemos no ha dejado de temblar ni de haber sismos ni lamentables terremotos y el segundo piso sigue en pie, y eso ya proporciona cierta tranquilidad; hasta en países que se ufanan de ser más desarrollados los puentes se caen solos como en Italia que, desde 2004 a la fecha, un total de once puentes se han desplomado por diversas circunstancias… como el de ayer en Génova.

            Ya en su papel de presidente electo –aunque todavía no en funciones- López Obrador madura diversas ideas que necesariamente requerirán de números, de planes, de planos cartográficos y de esquemas de ingeniería así como de contratar a empresas experimentadas.

            Por ejemplo, en construir trenes pero trenes de verdad, esto es, de alta velocidad aquellos que superan los 300 kilómetros por hora como en Europa y muchos otros países de Asia.

            El atraso en la infraestructura de comunicaciones terrestres es una tónica que marca a toda América, se ha dejado en el olvido, frustrado ante el tamaño del territorio.

            El Tren Interurbano México-Toluca viajará a 160 kilómetros por hora no quisieron apostar por la alta velocidad porque el costo del proyecto se desbordaba, la inversión muy posiblemente era irrecuperable porque el precio de los boletos desde luego implicaba un costo que sobrepasaba la capacidad económica del pasajero promedio que utilizará el interurbano.

            Ese es el problema de la alta velocidad: la inversión y el retorno en el tiempo aunado a sostener una rentabilidad vía su utilización masiva y el pago de los billetes.

            En el momento de los números es cuando la gente se asusta: le pasó al entonces presidente Vicente Fox quien llegó a mascullar la idea de los trenes de alta velocidad de Querétaro a Ciudad de México y también de la ruta del sureste; luego le pasó por la mente también a Felipe Calderón y hasta se reunió con empresas ibéricas especializadas en la materia, y cuando miró la cantidad de ceros  en el papel se echó para atrás.
A COLACIÓN
            Andrés Manuel quiere un tren, y lo hace pensando con nostalgia en el sureste, que es también el imán fundamental de muchos turistas nacionales pero sobre todo internacionales.

            El incipiente plan en sus manos habla de detonar más el turismo vertebrando Chichén Itzá, Palenque, Calakmul, Tulum y Cancún y se refiere a un tren turístico que suena como a un Chepe pero del sur.

            Vamos que tampoco es la alta velocidad y vaya que hay mucha diferencia entre una liebre y un correcaminos y en pleno siglo XXI el tiempo sigue siendo dinero, un viajero lo sabe significativamente pero igualmente una persona de negocios.

            La alta velocidad permite interconectar ciudades y destinos acortando distancias y al hacerlo lleva progreso; al usuario le proporciona distintas opciones de traslado a fin de romper con el oligopolio del transporte aéreo persistente en el país azteca. ¿Quién será finalmente el presidente que se atreva con ella?
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

           





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