Columna
Por La Espiral
Por
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
-La
tumba abierta
“A
Julián Palencia González, a todas las víctimas de una guerra”
No debería haber nietos que
defendiesen el honor, la dignidad y sobre todo la humanidad de sus seres
queridos mancillados a mansalva por las atrocidades de una estúpida guerra.
Vencedores contra vencidos: la
eterna lucha cuya dialéctica destructiva deja siempre un reguero de cadáveres
en cientos de fosas con historias desgarradoras porque casi siempre pagan
justos por pecadores de eso se nutre la Historia de nuestra Civilización… como
las sanguijuelas lo hacen de la sangre de sus presas.
Hay gente muerta sólo por ver, por
oír, por no decir nada, por no tener nombres para delatar, nada más por existir
y para no estorbar; al final de cuentas engrosar las listas manchadas de sangre
de los triunfadores y terminar lubricando un odio inflamable.
Y tanto, que al pasar de los años,
a veces, no logra extinguirse. Hay gente que está muerta en las atrocidades de
una guerra por el simple y mero hecho de no haber hecho nada, ese es el caso de
los moradores de la villa de
Oradour-sur-Glane, en Francia, arrasada en 1944 por los nazis, un
comando que pasaba hacia otro sitio que de repente sin más, entró al pueblo y
los acabó a todos de manera cruel: a los hombres de todas las edades los
rociaron a balazos y a las mujeres con los niños los encerraron en la iglesia
del pueblo y les lanzaron granadas y quemaron con gasolina.
Hoy, la llamada “villa mártir”,
permanece intacta. Francia la ha dejado como vestigio para que la gente
recuerde la vorágine maldita de la guerra, su carnicería enfermiza que hace a
los locos más locos y a los psicópatas más enfermos aún.
Así como existe la sicología del
trauma de guerra de los vencidos y de los vencedores, como documentado está que
muchos soldados que participan en combate no vuelven a ser los mismos… no
vuelven a reinsertarse socialmente en plenitud. El monstruo los cambia.
No conozco Japón para decir con
verdad si los nipones han perdonado verdaderamente a los estadounidenses por
las dos bombas nucleares en Hiroshima y en Nagasaki; y si son aliados
incondicionales de la Unión Americana o bien guardan algún resentimiento no
manifestado abiertamente hasta ahora. Aunque en el caso de Alemania, cada año
piden perdón, por el llamado Holocausto judío.
Y si uno viaja a Italia o Alemania
no encontrará una tumba que exalte ni a Benito Mussolini ni mucho menos a
Adolph Hitler, el primero murió ahorcado en una plaza que ahora es una gasolinera,
y el segundo, se dijo, suicidado de bala
en su bunker… hoy alberga varios edificios con estacionamientos subterráneos.
El caso de España es sui generis en
este contexto de la Segunda Guerra Mundial y del fascismo, librada la Guerra
Civil de 1936 a 1939, Francisco Franco convertido en dictador fascista mantuvo
al país ibérico bajo su férula durante 39 años y, a los españoles, se les murió
en la cama ningún derrocamiento lo tumbó del poder… más que la muerte.
Muchos de los republicanos fueron a
parar exiliados a México, país siempre hermano y generoso, como pasó con mi
abuelo don Julián Palencia González, masón, republicano y preso en un campo de
concentración en Bou Arfa donde le obligaron a trabajos forzados como la
construcción de la vía para el Transahariano. Él llegó a México gravemente
enfermo de tuberculosis en la tercera expedición del barco enviado por el
gobierno de Manuel Ávila Camacho, el Nyassa, que llegó a desembarcar en
Veracruz el 16 de octubre de 1942.
Nunca volvió a pisar su país, no
miró más el cielo de su patria dejando atrás todo un pasado de emociones y
sentimientos resguardado en la querencia de México; don Julián se acostumbró a
sus nuevos amores, olores, colores y sabores. Y allí falleció en Uruapan,
Michoacán, cada año, pensando que Franco moriría antes.
A
COLACIÓN
El gobierno socialista de Pedro
Sánchez aprobó el viernes pasado un decreto de ley que reforma la Ley de
Memoria Histórica y permite la exhumación del cadáver de Francisco Franco del
Valle de los Caídos, un promontorio majestuoso donde yace enterrado y que nunca
debió existir en aras de mantener la dignidad histórica y la congruencia democrática de una nación que
debe estar libre de ataduras.
Al final lo van a desenterrar, la
familia podrá si quiere, darle sepultura privada al cuerpo embalsamado en la
capilla íntima en el Pardo o bien si no lo hace el gobierno de Sánchez decidirá
dónde. Queda aún la aprobación en el Congreso por mayoría simple pero todo
apunta a que prosperará.
Estos días en España el morbo ha
desbordado la afluencia al Valle de los Caídos, como nunca antes, un sitio
donde Franco tiene una tumba como Primo de Rivera creador de la Falange tiene
otra; aunque con ellos hay una loza de 1 mil 500 kilogramos que debajo tiene a
34 mil cadáveres de represaliados, se dice de ambos bandos.
Abrir la tumba del fascista español
trae estos días un debate agrio en una sociedad que sigue sin perdonarse y sin
cerrar heridas donde todo es o blanco o negro; o eres un facha o eres un
republicano. Lo curioso es que se olvidan que con Franco tenían hasta la
sexualidad reprimida, un beso en público bastaba para ir a la cárcel. Hoy
muchos de esos jóvenes de la Era Franco
son hombres de más de 60 años homosexuales abiertos o bien mujeriegos en
público pero gays de armario faltos de valor para dar el salto. Han sido
marcados por el dictador de por vida…
Directora
de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y
escritora de temas internacionales
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