POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-¿El Nobel
de la Paz para Trump?
La
Unión Europea (UE) ha decidido ser más pragmática en torno al histórico encuentro acontecido en la
Península de Corea el pasado viernes 27 de abril, fecha ya inscrita en nuestra
Historia Contemporánea.
No
ha sido un encuentro de oficio entre el presidente norcoreano Kim Jong-un y su
contraparte surcoreano Moon Jae-In, en el que además de conservar las formas
aconteció un fulgurante, sensible e imprescindible deshielo para llevar la paz
a la región.
Este
fin de semana, nuevas crecientes voces en Estados Unidos, todos partidarios del
presidente Donald Trump comenzaron a ventilar –y también varios medios de
comunicación lo sondearon- que la repentina desnuclearización aceptada y
anunciada por el líder de Corea del Norte es resultado de uno de los mayores
aciertos de la nueva “diplomacia” norteamericana.
Un
éxito individual al estilo Wéstern implementado por Trump, desde su doctrina
del “America First” hasta acorralar a sus adversarios con la correosa táctica
“del palo y de la zanahoria”; prácticamente a manotazo limpio el inquilino de
la Casa Blanca ha forzado a que Kim Jong-un salga de su hierática zona de
confort no sólo para pronunciarse sino para que, finalmente, ceda ante la
cascada de presiones implementadas por la Unión Americana.
El
año pasado nadie aventuraba siquiera la posibilidad por la vía diplomática de
quitarle hierro y presión al mutuo cruce verbal entre Jong-un y Trump; una
escalada que traspasó toda ética convertida en una pelea de vecindario –en el
gran patio global- se descalificaron y humillaron ambos verbalmente desde el
“viejo chocho” en alusión al magnate inmobiliario hasta la respuesta de eres
“gordo y bajo” o bien el famoso rocket man dedicado al gobernante norcoreano.
Han
sido meses de un intenso partido de tenis con la pelota nuclear votando en
Washington y devuelta a Pyongyang hasta convertirla en un enorme balón al borde de explotar en un conflicto
verdaderamente atómico.
El ya mítico “mi botón nuclear
es más grande” provocó una crisis nerviosa en Corea del Sur, China, Japón y
hasta Filipinas, comandada por el incontrolable Rodrigo Duterte, advirtieron
de una inminente conflagración bélica.
En
las perspectivas de riesgos para 2018, la mayor parte de los casas de análisis
globales incluyeron el potencial conflicto entre Estados Unidos con Corea del
Norte como la principal variable desbordable, seguida de cerca por la lacra del
terrorismo, después por la nueva postura norteamericana respecto de Irán; la
situación de guerra civil en Siria y las consecuencias colaterales derivadas
del inminente apoyo de Washington a las políticas sionistas de hacer de
Jerusalén la capital de Israel contraviniendo los acuerdos internacionales con
los palestinos.
A COLACIÓN
Sorprende
el viraje inesperado considerando que, a principios de septiembre del año
pasado, el régimen norcoreano probó con éxito
una bomba de hidrógeno; hasta ese momento -4 de septiembre- se trató de
la sexta prueba nuclear ordenada por Jong-un, y fue tan potente, que cimbró la
tierra ocasionando un terremoto magnitud 6.3 escala de Richter en Jilin, China
y otro en Vladivostok, Rusia.
No
obstante, lo que desató la alerta del Pentágono y una serie de reuniones extraordinarias entre
Trump y sus asesores más cercanos fue el misil intercontinental Hawsong-15 que
además de cruzar el cielo japonés, se dijo, tenía la potencia de caer en Nueva
York o en el corazón mismo de la capital estadounidense.
Ese
hecho marcó un punto de inflexión: entre septiembre y noviembre de 2017 una
serie de países expulsaron a la representación diplomática norcoreana de su
territorio, lo hicieron México, España, Alemania, Perú, Estados Unidos y Kuwait.
Ante
el Consejo de Seguridad de la ONU fueron establecidas nuevas sanciones
económicas contra Corea del Norte a fin de acorralar –y estrangular- la capacidad de acción de Jong-un; el envite
estadounidense hizo posible que China (tradicional protector de su vecino
norcoreano) aplicase igualmente sanciones para restringir el suministro no nada
más de carbón sino también de petróleo y otros insumos necesarios temporalmente
vetados en su intercambio comercial.
Para
febrero pasado, que una delegación de deportistas norcoreanos asistiese a los
XXIII Juegos Olímpicos de Invierno en PyeongChang, Corea del Sur permitió un
breve respiro en los caldeados ánimos y el enorme esfuerzo por distender la
situación no es, desde luego, mérito de Trump… él solo anunció que en medio de
su probada prepotencia estaba dispuesto a desenvainar la pistola.
Si
hay que dar un Nobel de la Paz habrá que otorgárselo a Xi Jinping, mandatario
de China que fungió como interlocutor junto con el presidente de Corea del Sur
Moon Jae-in para tender puentes diplomáticos
buscando un acercamiento entre las partes. Ellos dos merecen ese premio
que Trump ahora azuza con sus seguidores
aupándolo.
Lo más sustancial es que el viernes pasado los
dos máximos líderes de las dos Coreas han tenido un convivio histórico
importante que marcará un acuerdo de paz (persiste un armisticio) y lo más
esperanzador la desnuclearización de la Península; por lo pronto llegará el
desmantelamiento de su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri en los
próximos días de mayo.
Directora de Conexión
Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas
internacionales