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lunes, 30 de abril de 2018

¿EL NOBEL DE LA PAZ PARA TRUMP?




























POR LA ESPIRAL
                            Claudia Luna Palencia
@claudialunapale



-¿El Nobel de la Paz para Trump?



            La Unión Europea (UE) ha decidido ser más pragmática en torno al  histórico encuentro acontecido en la Península de Corea el pasado viernes 27 de abril, fecha ya inscrita en nuestra Historia Contemporánea.

            No ha sido un encuentro de oficio entre el presidente norcoreano Kim Jong-un y su contraparte surcoreano Moon Jae-In, en el que además de conservar las formas aconteció un fulgurante, sensible e imprescindible deshielo para llevar la paz a la región.

            Este fin de semana, nuevas crecientes voces en Estados Unidos, todos partidarios del presidente Donald Trump comenzaron a ventilar –y también varios medios de comunicación lo sondearon- que la repentina desnuclearización aceptada y anunciada por el líder de Corea del Norte es resultado de uno de los mayores aciertos de la nueva “diplomacia” norteamericana.

            Un éxito individual al estilo Wéstern implementado por Trump, desde su doctrina del “America First” hasta acorralar a sus adversarios con la correosa táctica “del palo y de la zanahoria”; prácticamente a manotazo limpio el inquilino de la Casa Blanca ha forzado a que Kim Jong-un salga de su hierática zona de confort no sólo para pronunciarse sino para que, finalmente, ceda ante la cascada de presiones implementadas por la Unión Americana.

        El año pasado nadie aventuraba siquiera la posibilidad por la vía diplomática de quitarle hierro y presión al mutuo cruce verbal entre Jong-un y Trump; una escalada que traspasó toda ética convertida en una pelea de vecindario –en el gran patio global- se descalificaron y humillaron ambos verbalmente desde el “viejo chocho” en alusión al magnate inmobiliario hasta la respuesta de eres “gordo y bajo” o bien el famoso rocket man dedicado al gobernante norcoreano.

            Han sido meses de un intenso partido de tenis con la pelota nuclear votando en Washington y devuelta a Pyongyang hasta convertirla en un enorme balón  al borde de explotar en un conflicto verdaderamente atómico.

El ya mítico “mi botón nuclear es más grande” provocó una crisis nerviosa en Corea del Sur, China, Japón y hasta Filipinas, comandada por el incontrolable Rodrigo Duterte, advirtieron de  una inminente conflagración bélica.

     En las perspectivas de riesgos para 2018, la mayor parte de los casas de análisis globales incluyeron el potencial conflicto entre Estados Unidos con Corea del Norte como la principal variable desbordable, seguida de cerca por la lacra del terrorismo, después por la nueva postura norteamericana respecto de Irán; la situación de guerra civil en Siria y las consecuencias colaterales derivadas del inminente apoyo de Washington a las políticas sionistas de hacer de Jerusalén la capital de Israel contraviniendo los acuerdos internacionales con los palestinos.
A COLACIÓN
            Sorprende el viraje inesperado considerando que, a principios de septiembre del año pasado, el régimen norcoreano probó con éxito  una bomba de hidrógeno; hasta ese momento -4 de septiembre- se trató de la sexta prueba nuclear ordenada por Jong-un, y fue tan potente, que cimbró la tierra ocasionando un terremoto magnitud 6.3 escala de Richter en Jilin, China y otro en Vladivostok, Rusia.

            No obstante, lo que desató la alerta del Pentágono y  una serie de reuniones extraordinarias entre Trump y sus asesores más cercanos fue el misil intercontinental Hawsong-15 que además de cruzar el cielo japonés, se dijo, tenía la potencia de caer en Nueva York o en el corazón mismo de la capital estadounidense.

     Ese hecho marcó un punto de inflexión: entre septiembre y noviembre de 2017 una serie de países expulsaron a la representación diplomática norcoreana de su territorio, lo hicieron México, España, Alemania, Perú, Estados Unidos y  Kuwait.
            Ante el Consejo de Seguridad de la ONU fueron establecidas nuevas sanciones económicas contra Corea del Norte a fin de acorralar –y estrangular-  la capacidad de acción de Jong-un; el envite estadounidense hizo posible que China (tradicional protector de su vecino norcoreano) aplicase igualmente sanciones para restringir el suministro no nada más de carbón sino también de petróleo y otros insumos necesarios temporalmente vetados en su intercambio comercial.

       Para febrero pasado, que una delegación de deportistas norcoreanos asistiese a los XXIII Juegos Olímpicos de Invierno en PyeongChang, Corea del Sur permitió un breve respiro en los caldeados ánimos y el enorme esfuerzo por distender la situación no es, desde luego, mérito de Trump… él solo anunció que en medio de su probada prepotencia estaba dispuesto a desenvainar la pistola.

      Si hay que dar un Nobel de la Paz habrá que otorgárselo a Xi Jinping, mandatario de China que fungió como interlocutor junto con el presidente de Corea del Sur Moon Jae-in para tender puentes diplomáticos  buscando un acercamiento entre las partes. Ellos dos merecen ese premio que Trump ahora azuza  con sus seguidores aupándolo.

Lo  más sustancial es que el viernes pasado los dos máximos líderes de las dos Coreas han tenido un convivio histórico importante que marcará un acuerdo de paz (persiste un armisticio) y lo más esperanzador la desnuclearización de la Península; por lo pronto llegará el desmantelamiento de su centro de pruebas nucleares en Punggye-ri en los próximos días de mayo.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

           




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