POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Trump abre el quinto
infierno
Al
final, Donald Trump ha hecho una concesión: metió en un corchete a un grupo de
países con los que NO desea tener un conflicto comercial y decidió –a última
hora- dejarlos exentos del nuevo gravamen del 25% a las importaciones del acero
y del 10% en las tasas ad valorem del aluminio.
Entre
las economías agraciadas están: Australia, Argentina, Brasil, Corea del Sur y
deja también fuera de los aranceles extraordinarios a la Unión Europea y, como
ya se sabía, a sus socios en el
NAFTA-TLCAN.
La
guerra comercial comenzará a desatarse a partir de hoy cuando entren en vigor
las medidas anunciadas desde días atrás bajo la justificación de frenar el
acero y el aluminio “baratos” que ingresan a la Unión Americana.
No podemos
tener peor contexto internacional, primero, en lo geopolítico una
remilitarización abierta y graves roces diplomáticos sin obviar que el
terrorismo de células sigue siendo el principal temor; segundo, en la
geoeconomía las confrontaciones son comerciales, el proteccionismo de Trump lo
entiende él como la vacuna, el antídoto, contra el enorme déficit de la balanza
comercial estadounidense.
China ha
sido siempre el objetivo número uno de la nueva política exterior y comercial
norteamericana, lo que hay es una clara disputa por la sábana del poder, la
interpretación de un paso dado aparentemente hacia atrás por Washington es
plausiblemente errónea.
Si bien Estados Unidos es el mayor importador de acero del planeta con
35.6 millones de toneladas el año pasado,
los cinco principales exportadores de acero a la economía norteamericana
son: Canadá, Brasil, Corea del Sur, México, Rusia y sólo hasta el décimo sitio
de relevancia se encuentra China.
¿Qué afectación habrá? Chad P. Brown, investigador y asesor del Peterson
Institute for International Economics, afirma que, por ejemplo, Rusia y China sufrirán
un impacto aproximado de 823 millones de
dólares, el primero y de 689 millones de
dólares, el segundo.
El año pasado la Unión Europea exportó a la Unión Americana 7.3 billones
de dólares sumando sus ventas en acero y aluminio; Rusia le vendió 3 billones
de dólares por ambos insumos, Corea del Sur, 2.9 billones de dólares, entre
otros países. Al hacer Trump una
excepción con Canadá y México quedan a salvo de una afectación importante dado
que el primero es el mayor exportador de
componentes de acero y aluminio a Estados Unidos con 12 billones de dólares
mientras con México las exportaciones al
vecino del norte sumaron 2.8 billones de dólares.
Va siendo momento de entender que, Estados
Unidos no piensa ceder su esfera hegemónica y unipolar; hoy por hoy, el trono
se lo disputa China que en pocos años será la economía más grande y más sólida,
ya es el mayor exportador del mundo y es el segundo mayor importador. En 2016
reportó un superávit comercial por 494 mil millones de dólares.
Lo que pasa es que China es un gigante
económico pero un enano político-militar; Rusia, su presidente Vladimir Putin, no
esconde su añoranza por la patria soviética y entre sus nuevas metas de
gobierno figura un plan de fortalecimiento económico. A diferencia de China, la
nación eslava es un gigante geopolítico y militar pero le falta tamaño económico.
Y Estados Unidos conoce bien los puntos flacos
de ambos, no hay un paso hacia atrás, es una estrategia para reorganizarse,
refortalecerse y seguir liderando a diestra y siniestra sin que le hagan
sombra.
A COLACIÓN
El presidente Trump está más obsesionado con el
poderío chino que con el ruso, además tiene una relación de amor-odio en parte
porque admira tanto la grandeza de la historia rusa como de la china e inclusive
respeta y alaba a sus actuales presidentes a tal punto que quisiera emularlos:
“Deberíamos probar un día lo que está haciendo Jinping”, dijo Trump
recientemente al referirse al nuevo proceso político que ha devuelto al
presidente Jinping todo el poder más allá de los límites del tiempo político-electoral.
Paul Krugman, Nobel de Economía, ha
hecho varias veces alusión a la
personalidad dictatorial que lleva Trump ceñida a su carácter una que va
haciendo caer -a cuentagotas- renuncias de diversos profesionales que forman parte de su equipo de trabajo y también de representantes de su gobierno.
Se han dado a la fuga sus propios
mentores de campaña desde Steve Bannon hasta diplomáticos de primera línea como Roberta
Jacobson que dejará la embajada de Estados
Unidos en México.
Las más recientes rupturas: Gary
Cohn, el banquero fungía como principal
asesor económico del mandatario, dicen que intentó convencer a Trump a favor de
dar marcha atrás a sus planes arancelarios y proteccionistas; y por
supuesto, la salida de Rex Tillerson del
puesto de secretario de Estado.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en
periodismo económico y escritora de temas internacionales
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