POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-La inviabilidad de las
pensiones
Lo saben
los matemáticos, los actuarios y también lo sabemos los economistas: no hay
viabilidad futura en el sistema de pensiones; que los políticos en el poder se
atrevan a afirmar que, dentro de 20 o 25 años, cuando esta generación actual
nos jubilemos lo haremos con una pensión es algo absolutamente falso.
¿Por qué
no dicen la verdad? Porque es políticamente incorrecto; porque es
electoralmente inviable; y porque, provocaría un enorme descontento civil y
laboral, ¿a quién le daría tranquilidad saber que su futuro como viejo pasa por
un enorme desasosiego y desamparo económico?
En
España, estos últimos días, las calles están socialmente incendiadas llenas de
jubilados protestando por la precariedad de sus pensiones y porque este año
recibieron de incremento el equivalente a un euro, cuando el coste de la vida
es muy superior.
Todas
las calles, de todas las ciudades del país ibérico, han estado plagadas de
valientes hombres y mujeres que han desafiado -contra todo pronóstico- las
inclemencias del tiempo para hacerse escuchar, gritarle al gobierno del
presidente Mariano Rajoy que si no hace algo y pronto, no volverán a votar por
el Partido Popular; y mucho peor, se quedarán en las aceras públicas
protestando y a ver quién es el guardia civil o el policía que se atreverá a
darle de porrazos a personas de más de 70 años de edad.
En el
último quinquenio el pago de las pensiones en España araña las paredes, la
hucha de las contribuciones es deficitaria y se habla en los pasillos del
Congreso y de la Moncloa de la propuesta de privatizar el sistema de pensiones
o si no por lo menos una parte de éste y que el trabajador actual comience a
aportar de forma privada. Como se hace en México.
Si no privatizarlo totalmente, al menos conservarlo
mixto, pero lo insostenible es cargarlo por completo al sistema público… la
gente en las plazuelas dice que si se termina la corrupción… se puede; que si a los
políticos se les quitan sus sueldazos… se puede; que si se acaban los excesos y
los privilegios… se puede. Que todo es un asunto de voluntad política.
Pero no
es así, no siempre querer es poder. En el sistema de pensiones no sucede la
falacia de Malthus del reparto de alimentos en el mundo respecto de la
proporción demográfica en la que según el clérigo inglés llegaríamos a un punto
en que la sobreexplotación demográfica, su exceso, sería imposible satisfacerse la disponibilidad de alimentos.
Esto es falso.
Hoy en
día el desperdicio de alimentos y la incorporación de la biotecnología
demuestran todo lo contrario lo que persiste es una mala distribución no una
carencia de los mismos; no obstante, en el tema de la configuración de las
pensiones, su arquitectura, va camino del fracaso.
El
arquetipo social de recibir una paga después del retiro, una vez que llegue la
edad del cese laboral y de disfrutar de las cerezas sembradas, es un complejo algoritmo intrínsecamente
relacionado con variables asimismo complejas como la esencia humana de la vida
misma.
Y es que
hablamos de una relación entre demografía, grupos etarios, pirámide de
población económicamente activa, pleno empleo, inflación, salarios, dinamismo
de la iniciativa privada, expansión del empleo público; y estabilidad del
sistema financiero.
El
envejecimiento de la población mundial es una realidad sé que no es homogéneo
pero acontece al menos en los sistemas más productivos y lo que es una certeza
es que los problemas laborales los hay de forma generalizada sean economías más
o menos desarrolladas; más o menos industrializadas.
Encontrar
una proporción ecuánime, eficaz y permanente en el tiempo entre población
activa y/o jubilados es un absurdo porque cada vez requeriremos de más
población económica activa dentro de un esquema formal para sostener a la creciente masa de
retirados además cada vez más y más longevos.
No
debemos obviar que el sistema financiero NO está vacunado en el tiempo –su larga
espiral de crisis- y hace vulnerables a
los instrumentos para el retiro dado que éstos son invertidos por muchos años.
Lo vemos con las minusvalías en las Afores.
A COLACIÓN
Cada vez
más países reforman la edad de jubilación subiéndola a fin de hacer que el
trabajador en activo aporte y cotice más, el meollo es que por diversas razones vamos hacia una mayor longevidad; ya hay propuestas en
economías europeas que hablan de los 70 años para seguir laborando.
Estos
días, la ira y la rabia en las calles españolas, tapizadas de cabecitas
encanecidas denunciando que malviven con su paga mensual como pensionistas son la
representación resumida de los temores que escalofriantemente recorren la mente
de millones de trabajadores alrededor del mundo: ¿Y el día de mañana, acaso yo recibiré
una pensión? ¿Podré como anciano quejumbroso y enfermo vivir dignamente de
ella? Créame, amigo lector, ambos
cuestionamientos nos intranquilizan a millones y millones.
Yo
cuando lo razono como economista sé que
en 20, 25 o 30 años, en el momento crucial, no tendré otra opción más
que seguir produciendo, seguir escribiendo y cobrando por mi trabajo; lo único,
en el presente, es ahorrar e invertir en activos fijos y pasados los 60 años
contar con un buen seguro de gastos médicos privados. Y tener fe…
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
No hay comentarios:
Publicar un comentario