POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Socialismo vs.
Capitalismo: duelo dialéctico
¿No
gobierna el emperador de Japón de por vida? ¿No gobierna la reina de Inglaterra
de por vida? ¿Por qué entonces no puede gobernar de por vida nuestro
presidente? Las palabras de Chen Jinshi, legislador miembro de la Asamblea
Nacional Popular (ANP) China, han resoplado como cristales rotos levantados por el vendaval.
El
vendaval es político, revulsivo, revolucionario y al mismo tiempo retrógrada,
antihistórico, regresivo y peligrosamente contradictorio porque contra todo
pronóstico globalizador, liberal, democrático y a favor de la división del
poder lo revoca todo concentrándolo en una sola figura: el partido y el
presidente como una unidad indivisible.
China
vuelve por sus pasos para ser… China. La piedra angular de la reforma
constitucional aprobada por la ANP el domingo 11 de marzo pasa por refortalecer
el Partido Comunista y a la figura presidencial; el primero, lo hace el timonel
del barco asiático como en los viejos tiempos de Mao Zedong, el segundo, lo
erige en la triada del poder al frente del Comité Militar Central, la
Secretaría General del Partido Comunista y de la Jefatura del Estado.
A partir
de esta contrarreforma a las ideas descentralizadoras y fragmentarias del poder
político en aras de la democracia inspiradas en Deng Xiaoping en 1982, la figura del actual mandatario en
funciones Xi Jinping crece exponencialmente hasta elevarse al trono de moderno emperador… gobernar hasta
que la muerte lo separe del poder.
Es un
legado a contracorriente del consenso de Washington, del mismo que puso la piedra angular del neoliberalismo por allá
en la década de los 1980 cuando el entonces presidente de Estados Unidos,
Ronald Reagan y la primera ministra británica Margaret Thatcher, se
convirtieron en padres del engendro del neoliberalismo e incipientes impulsores
de la globalización.
Hasta el
día de hoy la pugna ideológica concede al liberalismo económico la llave para
la democracia, el uno no se puede entender sin lo otro, así lo aducen analistas
como Norberto Bobbio con argumentos pétreos que conceden al Estado liberal la
taumaturgia de crear un Estado democrático
“interdependiente en dos formas”; según Bobbio, en la línea que va “del
liberalismo a la democracia en el sentido de que son necesarias ciertas
libertades para el correcto ejercicio del poder democrático” así como que es
indispensable “el poder democrático para garantizar la existencia y la persistencia de las
libertades fundamentales”.
“La
prueba histórica de esa interdependencia está en el hecho de que, el Estado
liberal y el Estado democrático cuando caen, caen juntos”, según Bobbio en su libro “El futuro de la
democracia”.
El
filósofo italiano que falleció en Turín en 2004
ignora el resurgimiento del totalitarismo que utiliza a la democracia, a
sus propios canales y también al incremento de la apatía ciudadana en cada
elección, para usar recovecos en la ley
para reformar la Constitución y a partir de asambleas constituyentes iniciar
procesos que tienen de todo menos los ingredientes de una democracia que evita
la concentración del poder en manos de una persona así como de un partido
político. Reformar a la Constitución para restarle participación al Legislativo
y darle más potestades al Ejecutivo.
A COLACIÓN
Los
nuevos totalitarismos en democracia son una realidad amenazante: corren el riesgo de extenderse como si fuera
una pandemia, el poder es la droga más potente, la mayor adicción y no hay vacunas lo suficientemente fuertes: lo saben en
Venezuela con Chávez y Maduro; con los sandinistas en Nicaragua; Evo Morales en
Bolivia… ahora es China con Xi Jinping,
en Rusia se lo preguntan incesantemente al presidente Vladimir Putin en
plena campaña presidencial rumbo a las votaciones del domingo 18 de marzo; en Egipto,
su mandatario Abdel Fattah al-Sisi lo suspira y en cada país cuyos líderes
retornan una y otra vez incesantemente al poder es porque ese afán protagónico
y hasta cierto punto mesiánico-obsesivo (elegido por el destino o bien una
fuerza divina para resolver los problemas nacionales) nos los deja vivir en
paz. Tienen que mandar, deben estar al frente.
Las
reformas comienzan poco a poco y luego terminan abruptamente arrollándolo todo;
primero van por reformas constitucionales atacando el núcleo duro de los
artículos que impiden la reelección para
ablandarlos o de hecho eliminarlos para restar las trabas; si dos mandatos
consecutivos son el límite se quita mediante un proceso legitimado por el
Legislativo en una asamblea constituyente; después van por más tatuando la
reelección consecutiva o ilimitada y terminan dándole al presidente todo. Son
los nuevos totalitarismos de mercado legitimados en democracia.
¿Quién
los puede cuestionar? Si distan mucho de ser el añejo modelo de la URSS o de la
anquilosada Cuba que se quedó orbitando sola en el océano de la globalización
porque ha llegado tarde a todo.
¿Quién
le va a decir a la todopoderosa China que no puede reformar su Constitución
para legitimar la entronización de su presidente Xi Jinping? ¿Alguien le va a
refutar o cuestionar dicha potestad política a la economía que hoy en día
enarbola el estandarte de la globalización y el liberalismo económico?
¿Será
Washington y su consenso de la democracia y el libre mercado (el orden de los
factores no altera el producto según sus premisas) el que cuestionará que el
Partido Comunista de China (PCCh) recobre su papel protagónico y hegemónico en
el sino del país más poblado del mundo?
¿Quién
le parará los pies al presidente Xi Jinping que ha decidido en este
paquete de reformas políticas
torales insertar a la propia Carta Magna –casi con letras de oro- su papel
socialista y modernizado?
Para
como van las cosas, en los albores del siglo XXI, el socialismo irreverente no
sólo no se ha muerto, no sólo el capitalismo en su fase neoliberal y
globalizadora no lo aniquiló, sino que
lo ha fortalecido; el socialismo ha mutado, se ha adaptado a los nuevos
tiempos, como lo hacen las bacterias ante los antibióticos. Hoy usa a la
democracia y al libre mercado para hacerse más y más indestructible…
Directora de Conexión
Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas
internacionales
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