POR
LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-El contrapeso a la Nueva
Ruta de la Seda
La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que, al finalizar la Segunda Guerra
Mundial, Estados Unidos contribuyó con una ayuda económica sustancial a que
Japón, Corea y Taipei lograsen una trayectoria
de crecimientos rápidos.
El
PIB per cápita nipón pasó de una media
de 1 mil 926 dólares en la década de 1950 a cuarenta años después crecer casi
diez veces para ubicarse en un promedio de 18 mil 789 dólares.
En
su artículo “auge y caída del milagro japonés”, Jeffrey M. Herbner, destaca que en las décadas de 1950 y 1960,
Japón atendió al sistema estadounidense de una forma similar a la de Indonesia
en las décadas de 1980 y 1990.
“La
entrada de dólares estadounidenses y la asignación de fondos del gobierno
japonés procedentes de las cajas postales estimuló el aumento anual medio del PIB hasta el 9.6%
durante estas dos décadas, más del doble del 4.6% del periodo 1925-1939”.
El
economista, profesor del Grove City College, puntualiza que el parteaguas de la
primera debacle económica japonesa derivó del desplome de Bretton Woods.
“Desde
1971 a 1973, el yen se apreció un 22% con respecto al dólar y la inflación de
precios explotó en 1973 y 1974 con precios del consumo aumentando un 11.7% y un
23.1% respectivamente. Una grave recesión siguió al auge de la expansión del
crédito”.
Y
desde entonces aunque es una de las economías más industrializadas no ha dado
el gran salto económico para desbancar a Estados Unidos como, en cambio, China
va cristalizando.
El
dragón asiático está llamado a convertirse, de forma consistente, en la primera
potencia del mundo a partir de 2030, según un informe elaborado por la OCDE que
se titula “Una mirada a 2060: Una visión global del crecimiento a largo plazo”.
Para 2060, tanto China como la India,
serán las dos potencias económicas eje del sistema productivo global .
Con
estos pronósticos no es de extrañarse que Estados Unidos esté realizando los
movimientos estratégicos políticos, comerciales, militares, económicos y
financieros para asegurar que esto no suceda así.
A COLACIÓN
La
ruta por el control de los mercados, de los insumos energéticos, de las fuentes
hídricas, marítimas y de los granos básicos marcarán la agenda de esa ya nada
disimulada disputa mundial.
Estados
Unidos requiere la ayuda de Japón para evitar que China se consolide
regionalmente en Asia con su ambicioso
programa de la Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road).
La
táctica pasa por contrarrestarla con la Estrategia Libre y Abierta del
Indo-Pacífico (Free and Open Indo-Pacific Strategy) ideada por Japón y que
actualmente cuenta con un amplio apoyo
por parte del presidente Trump.
Se
trata de un proyecto base “clave para la estabilidad y la prosperidad de dos
continentes como son Asia y África con la necesidad de dos océanos libres y
abiertos para el tránsito de las mercancías con los menores aranceles y
controles posibles”.
Un
auténtico choque de trenes con China, el antagonista de Japón y al que además
han añadido a Australia y a la India, esta última llamada junto con la china a
erigirse en las dos economías
protagonistas del siglo. Sin obviar, las
malas relaciones de India con China por mutuas tensiones fronterizas
limítrofes.
Trump
ha viajado hasta Asia para avalar esta alianza defensiva y comercial del
Indo-Pacífico y para demandar más apoyo incondicional a Japón, Corea del Sur,
Vietnam y Filipinas ante un posible –inminente- conflicto bélico con Corea del Norte, una nación bastante
protegida por China, al menos hasta hace poco, cuando la presión estadounidense ante la ONU obligó
al gobierno de Xi Jinping a tomar represalias en forma de sanciones y vetos a
su tradicional aliado.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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