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miércoles, 27 de junio de 2018

VOTAR CON LA ARITMÉTICA























POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale



-Votar con la aritmética




            Conformen avanzan las elecciones y pasa el tiempo, la experiencia va dejando sendas enseñanzas en el juego democrático-electoral: como si fuese una movida de ajedrez es necesario meditarlo, bien a bien,  a quién votar y no dejarlo al simple capricho.
            El próximo e inminente llamado a las urnas en México, del 1 de julio, debe dejarnos anticipadamente varias connotaciones a tomar en cuenta, la más importante e inmediata implica salir del ostracismo.
            La verdadera democracia, su parte medular y toral, descansa en el pueblo, tal  y como lo dice su etimología, demos pueblo y cratos poder; el poder hoy por hoy reside en el voto ciudadano.
            La democracia debe además ser legitimada por mayorías no por minorías como viene sucediendo no sólo en muchos países de América Latina sino también en países quizá con mayor vocación democrática; lo hemos visto en los últimos cuatro años en las elecciones en Grecia, Portugal, España, Alemania o Italia.
            El paso hacia atrás del ciudadano que decide quedarse en su casa durante la jornada electoral es campo fértil para las minorías y los extremos que ven, en cualquier rendija de debilidad, la más mínima oportunidad de asaltar el cielo del poder.
            El problema es contar con gobiernos de minorías que gobiernan para todos sin diferencia alguna y que llevan a cabo políticas que muy posiblemente serán contrarias a los intereses de los que más suman; como suele suceder con las políticas sociales o bien con la política fiscal.
            El argumento es, si usted amigo lector, a cuatro días de las elecciones está pensando –o sigue dudando- en si votar o no, porque “no cree en la democracia” o quizá no lo hará porque “es apartidista” y de hecho “todos le parecen igual de corruptos” y encima “nada va a cambiar”. Muy probablemente contribuya a empeorar las cosas.
            En ese cálculo aritmético razonado que es el voto, no ir a las urnas obrará en contra de usted y de los intereses de su familia, porque su ausencia permitirá darle más poder justo a los partidos y sus candidatos que menos le seducen.
            Hay que razonarlo e inclusive recurrir a las matemáticas para la repartición del voto en el Congreso, en estos momentos, cuando se tiene al frente a un candidato  que aventaja en las encuestas pero con una personalidad mesiánica que compite por sus terceras presidenciales es menester no darle todo el Congreso.
            Vote por quién usted quiera votar para Presidente, lo más aconsejable es diversificar el voto para elegir diputados y senadores, concederle  una mayoría absoluta en el Congreso a Andrés Manuel López Obrador corre el riesgo de una regresión económica que termine nacionalizando y volviendo a extender los brazos y las manos protectoras de un Estado paternalista que tuvo su época y tuvo sus fracasos.
A COLACIÓN
            También está la fiabilidad de las encuestas unas que han fallado en las elecciones de Estados Unidos, con el Brexit, también en Alemania y que en España desnudan a un potencial electorado voluble que una semana pone a la cabeza de preferencias a un partido de casi extrema derecha como Ciudadanos y ocho días después ubica en la punta al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
            Para mí las encuestas tienen una escasa validez definitoria máxime que vivimos bombardeados de información en las redes sociales que segundo a segundo influyen en la mente de un receptor que muy posiblemente creerá todo cuanto le envían.
            Vote por quién usted quiera votar pero hágalo pensando en el futuro no estamos en tiempos de ideas retrógradas; con sendos desafíos,  los millennials  son los que están metiendo al poder a partidos extremistas en Europa sean de derechas o de izquierdas.
            Lo hacen desencantados por no alcanzar el nivel de vida de sus padres ni el de sus abuelos, por tener que trabajar más horas por menos dinero; perder derechos sindicales y además quedar encorsetados en una sociedad a la que sienten que no pertenecen porque demandan más igualdad, más equidad, más libertad de horarios laborales, más tiempo para el ocio y la formación.
            Demandan más derechos y también hacer más por la ecología, el planeta, el medioambiente, abogan por el matrimonio homosexual, por los vientres de alquiler, la gestación subrogada y el aborto; mientras instituciones como el matrimonio la ven en desuso. Ellos están moviendo al mundo no sólo como consumidores sino también como electores, esencialmente en sus manos están las elecciones de este domingo.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

           




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