POR LA ESPIRAL
Claudia Luna Palencia
@claudialunapale
-Aumenta rechazo a
refugiados
El drama de la inmigración desdibuja un mundo
hipócrita e indiferente al dolor ajeno, son pocas y generosas las manos que
acuden presurosas a ayudar al prójimo.
Entre
los tabúes, la xenofobia y los prejuicios, se suma el comercio de personas, el
tráfico inhumano de menores de edad y la edificación no solo nacional sino
internacional de amplias redes de tratas de hombres, de mujeres y de niños; y
no se diga las poderosas mafias encargadas del trasiego por barcos, por túneles
o camionetas de los potenciales emigrantes.
Ellos se
encargan de sacarlos y también de introducirlos en los respectivos países para
que como inmigrantes ilegales inicien el periplo de la acogida y el limbo de
vivir sin papeles.
No
muchas veces –son pocos entre millones- acontecen casos de éxito porque está el
rechazo social, el estigma de que al nuevo se le darán papeles, trabajo,
ingreso o bien subsidios que serán pagados por los ciudadanos. Hay siempre un
rechazo inmediato.
Los inmigrantes abandonan sus respectivos
terruños por diversas razones personales no siempre por motivos económicos o
culturales sino expulsados por la violencia, la inseguridad, las guerras
civiles; muchos y muy violentos dramas humanos dejan secuelas de por vida como
acontece en África con pueblos arrasados por grupos radicales que violan, matan
y hasta mutilan como trofeo de guerra.
Desde
2000, no han amainado las corrientes migratorias, el recrudecimiento de varios
conflictos en África y el surgimiento de otros en Asia y en Oriente Medio han
contribuido a seguir expulsando gente a la que no le queda de otra más que dejarlo
todo y huir.
¿Quién
cruza en una balsa hinchable sobrecargada el Mediterráneo o bien otros mares
inestables? ¿Quién hace una travesía desde Centroamérica para probar suerte en
la Bestia y llegar lo más cerca de la frontera de México con Estados Unidos y
allí contratar algún coyote o aventurarse en la locura de cruzar el desierto?
Siempre
he creído que lo hace alguien sin miedo
a morir: carece de opciones, ha tirado el dado
de la vida probando suerte a ver si le sale bien la jugada.
Falta
mucha empatía e inteligencia emocional para trasladar a las políticas públicas una serie de acciones
que permitan rentabilizar a favor ese caudal humano.
Si en
vez de perseguirles se les utilizara, si en vez
de dejar que se queden para poblar las calles con más miseria humana se
les diera una oportunidad de integrarse verdaderamente en el tejido de la nueva
sociedad que los acoge.
Es muy
complicado, porque por más que Estados Unidos amuralle su frontera eso no
frenara los intentos por llegar a su país, siempre habrá la suspicacia y la astucia para burlar las
normas y los controles; ya sea por tierra o por mar o por aire o hasta por
debajo de la tierra.
Además
la marea humana es ya tan desbordante en
el ámbito global que prácticamente se formaría un nuevo país del tamaño de
Francia -demográficamente hablando-, hay
más de 66 millones de refugiados deambulando por el mundo, según la ACNUR.
A COLACIÓN
Los
grandes líderes hablan del cambio climático, disertan de las acciones en común
a desarrollar cuando se trata del terrorismo; de los desafíos de la democracia
y la gobernabilidad en los tiempos de Twitter y Facebook, buscan consensos en
muchas aristas de delicado calado
global.
¿Y
cuándo será atendida fehacientemente la tragedia de la inmigración en todas sus
vertientes ilegales y de explotación
mercantil del ser humano? Hay un ocioso desperdicio de recursos públicos en una
persecución incesante, que contiene pero no elimina el problema; con vallas
cortapiernas en España o minuteman en
Estados Unidos o cualquier otro artilugio perverso, solo se contiene pero la
gente seguirá arriesgando… intentándolo.
Es
menester que los líderes globales celebren un gran cónclave a fin de establecer
una serie de pautas de acción primero para proteger los derechos humanos de los
inmigrantes porque la vida es un derecho inalienable y si ésta corre peligro tienen derecho a ser refugiados
y asilados.
Cada
país debe estructurar un programa de asilo y acogida que permita una real
inserción social, lingüística, laboral y de usos y costumbres en el nuevo país.
Hay que hacerlo y pronto, no son fantasmas son seres humanos de carne y hueso sufriendo muchísimo.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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