POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Rosas para
Merkel
La
estrategia hábil del presidente de Rusia, Vladimir Putin, consiste en enviar
flores y chocolates a todos los
dignatarios de otros países agraviados por la política agresiva y matona del
mandatario estadounidense Donald Trump.
Mientras
Washington recula en el renglón del libre comercio, del respeto a los acuerdos
internacionales con base al derecho y a las reglas del multilateralismo, ese
vacío de poder lo quiere ganar para sí mismo Putin: con su visión de estadista
sabe que Rusia necesita algo más que tamaño territorial y garra militar.
Si
Rusia quiere en 2030 colarse entre las siete grandes economías del mundo debe apretar
el acelerador de las reformas económicas, financieras y sobre todo vincular más
su aparato exportador con la globalización.
Debe
mirarse en el espejo de México y de Venezuela dos economías que no han logrado
despetrolizarse del todo; en el caso del país azteca, si bien el NAFTA-TLCAN
que entró en vigor el 1 de enero de 1994 desencadenó una serie de
transformaciones en su aparato productivo y en su modelo de exportaciones no ha
logrado despetrolizar su dependencia financiera ni presupuestaria a los
recursos obtenidos por la venta de hidrocarburos en el exterior.
Si
bien México no forma parte del cártel de la OPEP, Venezuela sí lo hace es uno
de los socios fundadores, el país bolivariano enfrenta una grave catarsis
política y una erosión socioeconómica paulatina que el próximo año cumplirá
veinte años.
La
más reciente pantomima electoral realizada por Nicolás Maduro para perpetuarse
ahora hasta 2025 acontece, so pena de las condiciones económicas de los
ciudadanos y de coartar más sus libertades y abrir profundas grietas de
división y encono social.
Venezuela
tampoco se ha despetrolizado pero su grado de dependencia hacia el también
llamado oro negro es absolutamente mayúsculo en comparación con el país azteca
dado que es su primordial fuente de divisas.
Rusia,
que no forma parte de la OPEP, en los últimos años se ha acercado al cónclave sobre
todo para ponerse de acuerdo en el renglón de regular la oferta –el suministro cotidiano de los
millones de barriles de petróleo- a fin
de ajustar/reajustar el precio dependiendo del contexto geoeconómico y desde
luego geopolítico.
El
presidente Putin entiende bien que su fortaleza es también su debilidad: Rusia
es el mayor productor de petróleo del mundo y una de las economías con mayores
reservas probadas; sin embargo, la Agencia Internacional de Energía (AIE) avizora que a partir de 2019 será Estados
Unidos el principal productor del planeta gracias a su petróleo de esquisto.
Es
decir, que si Putin, pretende reubicar a su país entre los grandes colosos, él
afirma que a partir de 2024 será la quinta a nivel global, no puede seguir
dependiendo únicamente de la ubre de los hidrocarburos necesita más innovación
tecnológica, más inversión en inteligencia artificial y amacizar su
metamercado: ser el gran granero de Europa y de Asia.
Que
la mano de obra desplazada por la tecnología, el internet de las cosas y la
inteligencia artificial la absorba las actividades primarias de la producción;
rescatar la idea más nacionalista de la
soberanía alimentaria y hacerla además plataforma para reposicionarse a nivel
comercial.
A COLACIÓN
Vetado Putin en las reuniones del G7+1 desde 2014
(por su anexión de Crimea y sus
enfrentamientos con Ucrania), la actitud internacional de desprecio al respeto
multilateral del mandatario estadounidense le abre al ex agente de la KGB una
grandísima oportunidad para conciliar, reconciliar, limar asperezas y hasta para fungir de
mediador.
Tras
la salida de Estados Unidos del Pacto Nuclear con Irán, Putin inició una ronda
de contactos directa con los otros valedores del acuerdo, así recibió en Sochi
a la canciller germana Angela Merkel a quien halagó por todo lo alto.
Un
ramo de flores para quitarle hierro a los últimos meses y tan le funcionó al
líder del Kremlin que ha logrado destrabar uno de sus proyectos estrella para
bombear más gas a la UE vía Alemania; el Nord Stream 2 prevé la construcción de
dos gasoductos submarinos desde Rusia hasta Alemania a través del Mar Báltico,
con una capacidad agregada anual de 55 mil
millones de metros cúbicos de gas.
Putin
ha logrado descongelarlo y Merkel ha logrado convencerlo de que a cambio quiere
que no castigue a Ucrania desviando las tuberías de su territorio porque
necesita del dinero que le dejara el tráfico del gas.
Un tercio del gas consumido por los europeos es ruso y cerca de la mitad pasa
por Ucrania. Rusia es el mayor exportador de gas natural del mundo, cerca de un
15% del total exportado en el planeta es ruso y un 76% de las exportaciones del
maná natural tiene a la UE como destino, esencialmente Alemania (24%), Italia
(11%), Francia (6%) y Reino Unido (6%).
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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