Columna publicada el viernes 27 de octubre de 2017
POR
LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Callejón sin salida
Tensa semana en España: han sido días muy
largos y noches muy cortas. En el otoño más cálido, la temperatura política ha
seguido marcando máximos en la medida que el enfrentamiento legislativo entre
Madrid y Barcelona incrementa haciendo un batiburrillo interminable.
Han sido
días de debates intensísimos tanto en el Congreso de los Diputados, en la
Cámara de los Senadores como en el pleno del Parlament en Cataluña, los rumores
atiborran los pasillos y en las cafeterías, el ciudadano de a pie, transpira la
información saturada de especulaciones; unas que decantan por las elecciones de
facto en Cataluña y otras por el amanecer de la República Catalana.
Lo
cierto es que se han agotado todos los plazos y el presidente Mariano Rajoy ha
dilatado en todo lo posible la aplicación del artículo 155 de la Constitución
que le daría potestades para intervenir en la autonomía, manteniendo su estatus
autonómico pero facultándole para cesar a
Carles Puigdemont y a la cúpula que le ha acompañado en el poder y en la
deriva secesionista.
El juego de ajedrez político entre Puigdemont
y Rajoy ha sido desmoralizante para la población española, harta de lo que
consideran un chantaje y una manipulación atroz, un atentado contra la
democracia pero que el Gobierno del mandatario Rajoy ha dejado crecer como si
le echara levadura al soufflé.
En la
semana del 23 de octubre quedó instalada
una Comisión en el Senado para atender el desafío catalán y estudiar el
alcance, medidas y atribuciones de
aplicar el artículo 155 aunque en paralelo desde La Moncloa han salido
constantes mensajes mediáticos en pro de convencer a Puigdemont de que la única
forma posible de parar las medidas extraordinarias pasa por retornar a Cataluña
a la legalidad… y recuperar el latido de la Constitución de 1978.
También
se le ha ofrecido diálogo: a Puigdemont
se le invitó a Madrid para debatir con
el Senado y externar sus puntos de vista pero desde luego, a cambio de acatar las decisiones del máximo órgano
legislativo.
El
miércoles 25 de octubre saltó a los medios de comunicación que el todavía
presidente de la Generalitat asistiría a Madrid a la mañana siguiente la hora de su intervención se modificó una y
otra vez y luego se dijo que mejor el viernes 27.
Ni una
cosa ni la otra, en este juego del gato y el ratón, cada dilación en el tiempo
y cada escalada en la mutua tirantez tiene un costo económico; hasta la última
semana del décimo mes del año, cerca de mil empresas de todos los tamaños y
relevancia económica trasladaron su sede social y fiscal de Barcelona y otras
partes de Cataluña hacia el resto del territorio español.
Justo en
la recta final del año, el turismo ha caído un 20% debido a cancelaciones en
reservas tanto de visitantes nacionales y extranjeros a la región autónoma de
Cataluña.
De hecho
navieras como Costa Cruceros advierten por escrito a sus pasajeros del clima
civil que pueden encontrarse durante su desembarco: “En Barcelona, España se
pueden producir concentraciones de carácter político o manifestaciones
anunciadas con poca antelación o sin
previo aviso. Como precaución, evite mezclarse con grandes concentraciones políticas en los aledaños
de edificios del gobierno,
dependencias de las fuerzas de seguridad y lugares simbólicos. No visite distritos o lugares alejados ni edificios con acceso restringido;
procure no fotografiar a los manifestantes o las fuerzas de seguridad con el
fin de no provocar reacciones violentas”.
A COLACIÓN
Devolver
la certidumbre y la tranquilidad no será nada sencillo predomina la
desconfianza entre ambos equipos el de La Moncloa y el del Govern, así quedó
nuevamente de manifiesto en una extensa jornada de debate que ha dejado sin voz
a más de uno el pasado jueves 26 de octubre.
Debate
a dos bandas: en Barcelona se anunció un
mensaje televisado de Puigdemont -entre
las 13:00 y 13.30 horas-, y los murmullos colaron la posibilidad de que en un inusitado
acto de autorreflexión finalmente aceptaría la salida de las elecciones para
salvar in extremis la no aplicación de las medidas excepcionales.
No
sucedió ni a dicha hora ni a ninguna otra ni en el resto de la tarde que
transcurrió entre curules con Puigdemont sentado en el Parlament escuchando los
posicionamientos de las diversas facciones políticas en torno a tan delicada
tesitura jurídico-constitucional.
La
diputada por Ciudadanos Inés Arrimadas
disertó uno de los discursos más sentidos y honestos que se escucharon
en la tediosa jornada, ella intentó
trasladar el sentimiento de la gente a un Puigdemont completamente hundido en
su asiento con una cara derrotada como deseando no estar allí.
Se lo
dijo Arrimadas: “¿Cree que Merkel o Macron le hubieran enviado una cartita para
preguntarle si usted había declarado o no la independencia? Usted no quiso ir a
dialogar al Senado y sigue pidiendo diálogo,
pero usted no va President”, le espetó con verdadero crudeza.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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