POR
LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Salvar el NAFTA, ¿a toda
costa?
Hay personalidades que todo lo dinamitan acostumbradas a
romper y rasgar aunque no se vayan sin consecuencias, esa forma de ser del
presidente Donald Trump ha colocado a las relaciones internacionales de Estados
Unidos en un constante campo minado.
Con su despectivo menosprecio, el magnate ha hecho gala y
hasta mofa, de tratar en público bien a quienes considera sus amigos, “los
aliados” y los distancia de quienes no lo son. Basta con el lenguaje corporal
en sus chocantes salutaciones.
Es un “tú sí” o “tú no”. Con México el entendimiento es
escaso, duro, ríspido a tal grado que el inquilino de la Casa Blanca no ha
dejado de hacer un cortocircuito constante en cuanto acercamiento se plantea
para los temas torales entre México y Estados Unidos.
Recientemente hubo
un desprecio a la ayuda ofrecida con buena voluntad, esa vocación natural del
mexicano por proteger al tercero, por sentirse útil ante las desgracias; jamás respondieron
al ofrecimiento del gobierno mexicano ante la devastación dejada al paso de los
huracanes.
Los escasos encuentros en los foros internacionales entre,
Trump y el mandatario Enrique Peña Nieto, tampoco han dejado de estar exentos
de agria polémica: la cara desencajada de Peña Nieto, en la pasada Cumbre del
G-20 en Hamburgo, evidenció la insistencia de su contraparte estadounidense
“porque México sí pagará el muro”.
Hay otro muro y no está edificado precisamente de
ladrillos tampoco con alambre de púas, sin embargo, continúa abriendo una zanja
bilateral que remite a ambos países a los tiempos de los presidentes: Álvaro Obregón,
Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L.
Rodríguez y Lázaro Cárdenas.
Tiempo de diplomacia rancia entre México y su vecino incómodo
que miraba con recelo esa etapa de reconstrucción del nuevo país que emergió institucionalmente
hablando después de la Revolución Mexicana.
No hay vecindades fáciles, eso lo hemos aprendido en
primero de geografía; los chinos estuvieron medio año de rifirrafe con la India
porque sus tropas traspasaron el límite territorial justo en un lindero del
Himalaya en el que China tiene planeada una carretera… otra frontera caliente,
larga, sinuosa y complicada a lo largo de los 3 mil 500 kilómetros que une a
ambas naciones.
México envió tropas para ayudar a Estados Unidos tras el
huracán Katrina (2005) pero que actualmente se llegue a la confrontación
beligerante entre dos ejércitos por defender alguna determinada franja
fronteriza, al menos no hemos llegado.
Y vaya que existen violaciones transfronterizas y
violencia fronteriza, simplemente, cuantos miles de mexicanos asesinados en su
travesía no nada más en suelo patrio sino también en territorio estadounidense
cazados por los Minuteman; y no es una leyenda.
A COLACIÓN
Honestamente, alguien esperaba, alguno de los
negociadores mexicanos del NAFTA-TLCAN creyó que sería fácil la renegociación,
que es más bien un intento por salvarlo (al Tratado de Libre Comercio) de la tozudez de Trump.
Ni cerrando su economía, ni guardándola en el desván bajo
siete llaves, serían corregidos los
déficits gemelos que arrastra la economía americana; no somos culpables, basta
ya del chantaje, de su déficit en la cuenta corriente mucho menos de su déficit
fiscal.
Una economía beligerante como es la estadounidense ha
financiado con deuda y más deuda también con una sobreexposición de sus
presupuestos militares toda la expansión de su industria militar. Y de eso no
es culpable el NAFTA, ni mucho menos México.
¿Qué quiere Trump? Salvar el Tratado trilateral pero
condicionado a una revisión cada cinco
años (realmente él cree que se quedará al frente de la Casa Blanca hasta el
2025) lo que sería peor que nada.
No siempre hay que aceptar un mal acuerdo sobre todo si
éste es absolutamente desfavorable y contiene la cláusula implícita de la
incertidumbre, porque puede ser que dentro de cinco años ya no se le pegue la
gana renovarlo. ¿Un empresario
arriesgará su capital para comprar activos bajo el paraguas del NAFTA si sabe
que en cinco años habrá otra revisión que condiciona su existencia?
Hay que ir preparando el plan B: Justin Trudeau, primer
ministro de Canadá, no ve con malos ojos volver a una relación bilateral si al final
se ahoga el NAFTA. Ojalá que esta amarga experiencia enseñe a los estrategas
aztecas a mirar con seriedad hacia Medio Oriente y Asia.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
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