Claudia Luna Palencia, periodista y corresponsal en España y en Europa, foto del 16 de diciembre de 2018.
POR LA ESPIRAL
Claudia
Luna Palencia
@claudialunapale
-Refugiados
y Siria focos calientes de 2018
Se va el año pero no las
esperanzas de alcanzar en un futuro inmediato un equilibrio global que permita
hacer del consenso, el cauce para el entendimiento en el ámbito de las
relaciones internacionales.
Han
sido 365 días muy complicados en la geopolítica actual, de tensiones,
distanciamientos, en algunos casos conflictos desbordados y de baja intensidad
en la comunicación directa; se aprecia un enfriamiento sine die en el diálogo
entre diversos líderes políticos.
Tampoco
la población en varias partes del mundo lo ha tenido fácil: de acuerdo con la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) cada dos segundos una persona se vio
obligada a desplazarse, dejar su amado terruño y salir huyendo amenazada por conflictos o
persecuciones.
La
ONU hace un balance preliminar de 68.5 millones de personas en calidad de
refugiados dispersadas en diversos países
hacinadas casi siempre entre líneas fronterizas, menesterosas sin poder
trabajar, educar a sus hijos y viviendo de subsidios de organizaciones no
gubernamentales y programas oficiales de ayuda internacional.
Se trataría de otro dato histórico en el
movimiento de flujos migratorios, tanto como que al interior de dicha masa
humana hay 25.4 millones de refugiados menores de 18 años.
La
propia Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) alertó a lo largo del año de la especial
vulnerabilidad en los niños y adolescentes “muchos viajan solos” y por ende
caen fácilmente presas de las redes de explotación de inmigrantes ilegales y de
trata de personas.
La
Agencia señaló siete focos de conflicto virulentos y fatídicos localizados en:
Yemen, Irak, Siria, Sudán del Sur, Somalia, Afganistán y Ucrania.
No obstante, a este recuento sombrío, el
Observatorio de Desplazamiento Interno (IMDC) con sede en Génova, Suiza señaló
otros puntos de conflicto latente como Etiopía, Nigeria e India.
A COLACIÓN
Siria sigue siendo el gran
fracaso del entendimiento entre los países poderosos involucrados, este año
cumplió siete años en guerra interna con varias fuerzas internacionales
operando en dicho territorio con Rusia, Irán, Israel, Turquía, Francia, Estados
Unidos aunque hay otras más.
La
falta de voluntad de Washington para propiciar la paz en Siria ha quedado
visiblemente patente ante la negativa del presidente Donald Trump, junto con
Israel, de reconocer que siga en el poder el presidente Bashar al Assad.
Del
otro bando están Rusia, Irán y Turquía (el acuerdo de Astaná) sus respectivos
mandatarios sostuvieron sendas reuniones a fin de facilitar la salida de la
guerra, la reconstrucción de las zonas dañadas y el retorno de los refugiados
sirios a su país.
En
los estertores de 2018, los ministros de Exteriores, de Rusia, Irán y Turquía
acordaron con Staffan de Mistura, enviado especial de la ONU para Siria, la
formación de un comité para “redactar una nueva Carta Magna para Siria y
convocar elecciones”.
El
presidente ruso, Vladimir Putin, busca no sólo ganar militarmente la guerra al
Estado Islámico y a las guerrillas insurgentes sino también lograr una victoria
política que evite un golpe de Estado contra al Assad que propicie la ruptura
definitiva de la nación siria, uno de los proyectos que el Kremlin ha
denunciado insistentemente como intención directa de la Casa Blanca.
Siria
ha sido y es la llama encendida más peligrosa por la confluencia de intereses
poderosísimos que allí han recalado y el presidente Trump no ha contribuido a
apagarla sino todo lo contrario: en abril pasado se vivió uno de los momentos
de mayor tensión geopolítica entre rusos y estadounidenses.
La noche del 18 de abril pasado
fue de un momento tan crítico para la paz mundial, nada distante de la tensión
derivada de la crisis de los misiles en cuba
en octubre de 1962.
En esa larga oquedad, Estados
Unidos, Reino Unido y Francia llevaron a cabo un ataque de precisión sobre de
tres objetivos, uno cerca de Damasco y dos más en Holms.
En aproximadamente hora y media,
un total de 103 misiles Tomahawk fueron lanzados desde el destructor USS Donald
Cook; el castigo llovió como
plomo del cielo: cada 1.14 minutos cayó un misil en suelo sirio. Ha sido
la cordura de Rusia, para no responder, la que ha evitado otra guerra mundial.
Directora de Conexión Hispanoamérica,
economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales