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miércoles, 2 de mayo de 2018

TRABAJO PRECARIO E INTELIGENCIA ARTIFICIAL

























POR LA ESPIRAL
                             Claudia Luna Palencia
@claudialunapale





-Trabajo precario e inteligencia artificial






            Ni el siglo XVIII ni el XIX  arrastran la complejidad laboral que subsume hoy en día a la creciente masa aglutinada en la población económicamente activa.

            La Primera, la Segunda y la Tercera Revolución Industrial marcaron un hito en las relaciones entre patrones, obreros, jornaleros pero igualmente, ambas, provocaron una división del trabajo: la especialización en diversas áreas, sin obviar, el surgimiento de nuevas profesiones y oficios.

      La introducción de las máquinas de vapor en los procesos productivos desplazaron a una masa de trabajadores y como era de esperarse, se extinguieron muchos puestos laborales.

            El surgimiento y  la mediación de los sindicatos a fin de que fuesen respetados los contratos laborales y varias conquistas sociales a favor del trabajador, permitieron que el capitalismo en ciernes no arrasara con el ser humano y lo regresara a un antiguo régimen de explotación servil o bien de esclavitud.

            No obstante, en la actualidad esos pivotes, me refiero a la subsistencia de sindicatos y las conquistas sociales, menguan en la medida que la  globalización fuerza a una rápida y más profunda especialización  así como a mantener la carrera del liderazgo como economías en expansión y en atractivo basado en los menores costos de producción y en la introducción de mayores innovaciones productivas y de los avances inn de la tecnología.

            La robotización junto con la inteligencia artificial han forzado una Cuarta Revolución Industrial,  lo digital y el Internet de las cosas así como el ensanchamiento del sector servicios está provocando una sustancial metamorfosis de lo hasta ahora conocido por todos en el terreno económico, social, laboral, salarial y sindical.

            Para bálsamo del capitalismo, la inteligencia artificial coadyuvará a perpetuarlo; para riesgo de  una sociedad de clases contribuirá peligrosamente a ensanchar el intervalo de los lumpentrabajadores y pondrá además, entre la espada y la pared, las conquistas sociales escasas que todavía perviven en el alba del siglo XXI.

            Porque además cada recurrente crisis económica, su recuperación se hace a costa del sufrimiento del trabajador y de la población más desprotegida que ve desmontar, ladrillo tras ladrillo, el Estado Benefactor.
A COLACIÓN
      La rueca no va nada bien, esa productividad materialista tiene intrínseca una curva marginal decreciente, no es un  barril sin fondo ni un sendero con luces cortas y largas iluminándole, es que tarde o temprano habrá que reducir el ritmo de producción; el meollo es si los empresarios sobreexcitados por todos  los beneficios para sí  mismos que les dejará la inteligencia artificial están conscientes de ese negro y nada improbable futuro.

       Me autocuestiono si, habrá un día también, un sindicato para robots y humanoides porque las nuevas generaciones nuestras de hombres y mujeres se enfrentarán el día de mañana a la competencia atroz de esa inteligencia artificial que no enferma, no se embaraza, no protesta, no va al baño ni tiene tiempos muertos porque le gusta fumar…

         Asimismo me pregunto si, en el aniversario del Día del Trabajo, saldrán a la calle como lo hacen millones de personas a protestar por todo lo que han perdido en beneficios  y las cada vez más severas dificultades por encontrar un trabajo bien remunerado y con las prestaciones correspondientes de la Ley.

     ¿Veremos humanoides en las calles algún día alzando su voz por la explotación a la que son sometidos por sus patrones? Como generación en una intensa época de transformaciones atestiguaremos  lo menos imaginado.

    No sé si vamos a un mundo mejor o peor, aunque laboralmente todo será más complejo y es algo que nos hace responsables ante las nuevas generaciones, esos millones de jóvenes que van quedando a un lado porque la competencia voraz los deshecha; el trabajo precario que deja un joven se lo pelean cientos incluso capaces de aceptar todavía peores condiciones.

         Hay un desesperanzador desasosiego generacional. A las personas que orbitamos en la madurez, nuestros padres, nos orientaban para estudiar una carrera universitaria como si fuese la vía láctea de la seguridad; además estimulándonos hacia áreas profesionales en las que un contrato fijo, una famosa plaza, significaba prácticamente un camino de estabilidad.

         Hoy en día, ese camino no existe, estas generaciones de muchachos viven en el desaliento, no encuentran esa vía láctea, no hay ni los contratos fijos ni las plazas; el estudio universitario no les asegura inclusive un camino de estabilidad laboral ni salarial.

            En medio de ese sufrimiento generacional, en menos de una década, la lucha intestina entre el ser humano y la inteligencia artificial en el ámbito laboral dejará extintas  muchas profesiones.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

           





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